LEVANTE UD (0): Oier; Coke, Postigo (Rochina 78´), Chema, Luna; Lerma, Doukouré, Jason (Ivi 58´) Morales; Roger y Sadiku (Pazzini 64´).
REAL BETIS (2): Adán; Francis, Mandi, Bartra, Junior; Javi García, Fabián, Joaquín (Barragán 77´), Boudebouz (Camarasa 70´); Loren (Tello 64´) y Sergio León.
GOLES: 0-1, Chema, en propia puerta (55´). 0-2, Sergio León (69´).
ÁRBITRO: De Burgos Bengoetxea (Vasco). Amonestó a Sadiku (37´), Lerma (61´), Roger (76´) Chema (80´) y Doukouré (84´) por el Levante, y a Mandi (31´) y Loren (51´), por parte del Real Betis.
CARLOS AYATS / VALENCIA
Más que la rabia, queda la decepción. La pura tristeza. El abatimiento de sentir que es imposible resistir más golpes. La afición, y lo que es más grave, el equipo, han dejado de creer.
La imagen de los jugadores, incapaces casi de moverse durante los 24 minutos que sucedieron al 0-2, es dantesca. El ko es total, físico y mental. Y la grada sufre idéntico drama. Apenas una pobre pañolada en un estadio semivacío, cuatro gritos de “fuera, fuera”, dirigidos en general, contra todo, sin fuerzas ni siquiera para señalar a alguien con claridad.
El levantinismo se ahoga en la enésima decepción, cansado de querer creer. Queda la bala del cambio de entrenador, y a ella, tristemente, hay que recurrir.
Porque todas las demás están gastadas. La comunión grada-equipo se fue por el sumidero con la imagen de Anoeta, y anoche el Ciutat fue un funeral de principio a fin, ayudado por la decisión de la grada de animación de esperar 18 minutos a comparecer como supuesto castigo a unos jugadores que, sin duda, merecen ser más señalados de lo que han sido hasta la fecha. Pero no era el momento. Y buena parte del resto del Templo, molesta con su actuación, decidió recibirlos con silbidos y no acompañarles en sus cánticos. Otro error. Divididos, somos presa fácil.
Ni físico, ni fortuna
Herido por la presión, Muñiz decidió intentar cosas nuevas. Sentó a Campaña y salió con 2 puntas de inicio: Sadiku, en su primera convocatoria, y Roger, que se estrenaba como titular.
Al albanés, que pronto mostró el potente disparo por el que se ha apostado por él (a los 9’, un misil raso con su pierna supuestamente mala obligó a Adán a sacar una gran mano a la que seguiría una segunda tras el posterior remate de Morales), se le vio fuera de forma.
El problema es que no es el único. Es más, el equipo transmite una sensación de limitación física extremadamente preocupante, y no me refiero solo a los recién llegados o a los que salen de lesiones. A todos.
En cualquier caso, pese a ello, no puede negarse que el Levante vive de espaldas a la fortuna desde hace 5 meses. Y anoche vivimos un nuevo ejemplo. Pese al talento de Joaquín, desatado con libertad de movimientos, y que el balón fue básicamente bético durante todo el partido, las mejores ocasiones, antes del descanso, fueron sin duda todas del Levante.
A la referida de Sadiku y Morales, hay que añadir un remate cruzado de Roger en el 28’ tras la única acción de mérito del Comandante en los tres últimos partidos, una gran cabalgada por banda izquierda que El Pistolero leyó maravillosamente con una anticipación de manual al primer palo. Sin embargo, cuando la grada se ponía en pie para celebrar el milagro del 1-0, el balón se perdió junto al palo izquierdo de Adán.
Y a ambas cabe sumar una volea de Jason en el 43’, cuya preciosa pinta estropeó el rebote del disparo en Mandi, que cayó fulminado al suelo, pero evitó la ocasión. Total, que al descanso se llegó con 0-0 y sensaciones relativamente positivas, más allá de que Lerma y Morales estuviesen a años luz de su mejor nivel, y Doukouré estuviese pidiendo a gritos un cambio que nunca llegó.
Horrores defensivos
Pero en la reanudación, el Levante olvidó en la caseta la seguridad defensiva, y de repente se convirtió, una vez más, en un drama atrás. A los 53’, una salida al corte fuera de lugar de Chema, que hasta ese momento había realizado unos buenos minutos, permitió a Fabián habilitar a Sergio León, quien sirvió a Joaquín un mano a mano que el ex del vecino envió al cuerpo de Oier. Era el primer aviso bético. Al segundo, apenas dos minutos después, llegaría el 0-1.
Fue, una vez más, a balón parado. Para variar, la zaga granota permitió un remate a bocajarro que Oier salvó con una mano antológica, pero Chema, al intentar despejar el balón sobre la línea, cabeceó el esférico a su propia red. Y ahí se acabaron el de Caudete, que se transformó de nuevo en ese rey de la patada a destiempo que tantas veces hemos visto esta temporada, y el propio Levante.
Para acabar de enturbiar el ambiente, con el calentón del 0-1 aún presente, Muñiz decidió sustituir a Jason por Ivi en el 57’, y la grada abucheó a un jugador que no fue, ni mucho menos, el peor granota sobre el césped ayer. Pero la afición no le perdona al gallego su negativa constante a renovar con el decano valenciano ni, por encima de todo, sus muestras públicas de afecto con Camarasa, ayer enemigo público número 1 en Orriols.
Pese a no merecerlo, Lerma tuvo el empate en el 67’, en un cabezazo a la salida de un córner que Mandi, con la rodilla, despejó por encima del larguero de manera inverosímil. Pero un minuto después, cualquier esperanza se fue al garete gracias una nueva cagada, con perdón, de la defensa granota. Con un saque de puerta rápido, Adán dejó solo a Sergio León, tras otro movimiento de una torpeza supina, en este caso, de Luna. León, ante Oier, fusiló con pierna derecha para matar el partido y, posiblemente, a Muñiz.
Responsabilidad compartida
El asturiano, al que solo la cercanía de los duelos ante Alavés y Espanyol podría mantener en el banquillo, dejará muy probablemente de ser entrenador granota en las próximas horas sin, pese a sus errores, ser el mayor responsable de la situación actual.
En el drama del Levante, evidentemente reversible por más que ahora mismo cueste verlo, tienen buena cuota de responsabilidad la dirección deportiva y los propios futbolistas, muchos de ellos auténticas sombras de lo que pueden ser durante la mayor parte de la temporada. Tampoco han ayudado, desde luego, la directiva con su circo con Fahad o el del pasado lunes con la destitución interruptus.
“El entrenador del consejo”, como el presidente afirmó hace apenas 7 días, puede ser despedido en las próximas horas. Con ello, habrá quien tenga a su culpable y duerma tranquilo, pero cometerá un grave error. Ahora mismo, el Levante es un barco sin rumbo, sin líder en el vestuario ni en el césped, y con la afición dividida. Demasiados problemas para pensar que, con el adiós de Muñiz, todo quedará solucionado.
Imagen: Levante UD